martes, 18 de marzo de 2014

VI Jornadas Librepensamiento del 18 al 21 de septiembre del 2013

VI Jornadas Librepensamiento
del 18 al 21 de septiembre del 2013



Programa:


Miércoles 18: " 300 números del periódico Tierra y Libertad. 36 años difundiendo el anarquismo".
Grupo Anarquista Albatros (FAI)
  
Jueves 19: "El Vaticano en el siglo XXI.El Papa Francisco I".

 Luis Vega (AMAL)

Viernes 20: "Por qué Religión no puede ser una asignatura". 

 Ana Sigüenza.
Sábado 21: "Urbanismo y modernidad: centro y periferia".
 Mario Domínguez



La hora de comienzo son las 19.00 y de finalización las 21.00, con puntualidad.

Lugar: Librería Enclave de Libros

Calle Relatores nº 16, Madrid

lunes, 17 de marzo de 2014

Da el paso, ¡avancemos!


Da el paso, ¡avancemos!


Los recortes están empeorando nuestra calidad de vida y nuestro futuro. El poco bienestar social que conseguimos no hace mucho nos lo quieren quitar, privatizando la sanidad, la educación, el transporte… con su consiguiente encarecimiento y empeoramiento.

Nos bombardean con la palabra "crisis", para que parezcan inevitables estos ataques a nuestros derechos sociales y laborales. Lo que no dicen es que mientras hay crisis para la mayoría, hay mayor enriquecimiento para grandes empresarios, políticos y banqueros.

Ante este panorama no todo está perdido, existe una salida: hacernos partícipes de nuestra defensa colectiva.

Por eso te animamos a movilizarte, a acudir a protestas lo más unitarias posibles contra las agresiones actuales. A participar en la huelga general del 14 de Noviembre junto a tus vecinos y compañeros de trabajo o estudio, en los piquetes sindicales y barriales.

Crear un clima de movilización masiva es un avance, y para ello cada grano de arena cuenta. Hay que organizarse. Si queremos que la cosa mejore, no esperemos que nadie venga a resolvernos la papeleta. Tomemos la iniciativa, seamos valientes, plantemos cara. La suma de todos es una fuerza imparable que temen los de arriba.

¡Por un movimiento social creciente y transformador!
¡Arriba los que luchan!

Grupo Anarquista Albatros (FAI)

¡Adelante! ¡A organizarse! ¡A luchar!


¡Adelante! ¡A organizarse! ¡A luchar!

Vivimos tiempos difíciles, convulsos, históricos e impredecibles. Asistimos, con el pretexto de la crisis, a una escalada total de agresiones a los intereses que tenemos como trabajadores, una destrucción de los ya precarios derechos laborales, un empeoramiento del sistema sanitario y educativo, un endeudamiento de los costes de la vida (impuestos de carburantes, luz y alimentos de primera necesidad), y todo ello como un hecho sin precedentes cercanos hasta la fecha.

Con un panorama como éste, no todo está perdido, porque hace algo más de un año, guiados más por los reflejos que aún conservamos como clase que por una consciencia misma de nuestra capacidad política real, hemos empezado a indignarnos, enfadarnos, cabrearnos y tomar la calle ante el hecho de tener que soportar esta vergonzosa situación.

Ante la coyuntura actual no basta con indignarse, hay que pasar a organizarse para luchar, para poder plantar cara a todo aquello que es injusto e impuesto desde los gobiernos, el clero, la banca o la patronal, para aunar esfuerzos e inteligencias, porque no basta con tener la razón, hay que tener la fuerza y la voluntad de querer lograr los objetivos que nos propongamos.

Si estar unidos frente a lo que nos afecta es de una prioridad más que obligada en las circunstancias actuales, más aún es fortalecer las relaciones con nuestros vecinos y compañeros de trabajo, para con ello participar y construir un movimiento social que cuestione las relaciones de poder que nos impiden desarrollar una vida digna e íntegra.

Los estados psicológicos de euforia o apatía en el ambiente social se ven influidos según los acontecimientos políticos colectivos e individuales, es por eso que todos, anarquistas y trabajadores conscientes, debemos excitar en el conjunto social hechos de esperanza, de que si se quiere se puede, que la acción de cada uno de forma conjunta es un poder impresionante, que nuestra fiesta no es la de las urnas, sino la de la creación de una sociedad entusiasta que se organiza y lucha.

Por eso animamos a todos los trabajadores a superar la indignación por la organización horizontal y participativa en el puesto de trabajo, en el barrio, la escuela, la universidad… a participar conscientemente en la huelga general del 29 de marzo y a seguir con la movilización ascendente en la calle.

Creemos que los anarquistas debemos contribuir a que cualquier huelga general sea un éxito, aunque sólo sea de un día, para mostrar la capacidad de hacernos valer que tenemos el conjunto de los trabajadores, la creatividad que podemos alcanzar y las posibilidades de seguir y radicalizar nuestras aspiraciones.

¡Adelante siempre, compañeros, a organizarse y a luchar por un movimiento social creciente y transformador! ¡Porque tenemos un mundo nuevo que crear y conquistar y nada que perder excepto las cadenas!

Grupo Anarquista Albatros (FAI)

domingo, 16 de marzo de 2014

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

La Federación Anarquista Ibérica (FAI) constituye una unión federativa, es decir, libre, igualitaria y solidaria de grupos. Su función es asegurar la existencia de una efectiva coordinación de las actividades de los diferentes grupos anarquistas ubicados en los territorios de España y Portugal, para que sea posible la realización de una revolución social que, suprimiendo la institución-propiedad y el trabajo asalariado, instaure una sociedad basada en el comunismo anárquico.

LA FAI lucha por un orden no impuesto, sin gobierno, sin autoridad de ninguna especie y sin explotación; un orden basado en la libertad de cada ser humano, en la igualdad social, en el libre acuerdo, en el apoyo mutuo y en la solidaridad.

La FAI es una asociación coherente y consecuentemente internacionalista; entiende que la revolución social en España y Portugal debe ser parte integrante de una revolución mundial anarquista. Oponiéndose a toda forma de nacionalismo, colonialismo o imperialismo, la FAI (que está adherida a la Internacional de Federaciones Anarquistas desde su fundación) defiende la existencia de una solidaridad práctica entre las clases expoliadas, pobres y gobernadas del mundo entero, en el marco de una lucha revolucionaria que busque la destrucción del capitalismo internacional y la abolición de las fronteras nacionales; su objetivo más amplio es la unión federativa (libre, igualitaria y solidaria) de las diferentes comunidades, pueblos y regiones del mundo.

La FAI combate al Estado bajo todas sus formas. Para esta Federación sólo la desaparición de los opresores por la acción de los oprimidos y la liquidación del Estado por los propios gobernados conducirá a la liberación del ser humano.

La FAI lucha por la sociedad anarquista únicamente por medios anárquicos, mediante la acción directa, con la mayor identificación posible entre medios y fines.

La Federación no es legalizable ni institucionalizable. Su acción se basa únicamente en la capacidad de sus adherentes, en la solidaridad anarquista internacional y en la libertad conquistada.

De acuerdo con su práctica, que cuestiona el principio metafísico o religioso de autoridad en que se fundamentan las distintas formas de esclavitud de los individuos, la FAI se declara atea: combate la religión bajo todas sus formas.

Conforme a sus ideas antirreligiosas, la FAI lucha por la instauración de un medio social que se base en la libertad individual y que tenga como objetivo el desarrollo integral de cada ser humano. Considerando, por otra parte, que ese desarrollo individual no es posible separado de la cuestión social y que sólo puede darse dentro de la sociedad libre preconizada.


A través de un trabajo de propaganda específicamente anarquista, del ejemplo práctico constructivo y de una intervención en distintos medios sociales contra las diferentes manifestaciones concretas de la usurpación estatal y capitalista, la FAI lucha por la eclosión de un movimiento insurgente, que cuestione la totalidad de la sociedad antiautoritaria. Su método es la acción directa, considerada en su más amplia y dinámica expresión revolucionaria y constructiva.

Nuestro Programa / F.A.I.

Nuestro Programa

1º. Abolición de la propiedad privada de la tierra, de las primeras materias y de los instrumentos de trabajo, a fin de que nadie pueda tener modo de vivir explotando el trabajo ajeno, y teniendo todos los hombres garantizados los medios de producir y vivir, puedan ser verdaderamente independientes y puedan asociarse a los demás libremente en vista del interés común y conforme a las propias simpatías.

2º. Abolición del gobierno y de todo poder que haga ley y la imponga a los demás, o sea: abolición de las monarquías, de las repúblicas, de los parlamentarios, de los ejércitos, de las policías, de las magistraturas y de todas las demás instituciones dotadas de medios coercitivos.

3º. Organización de la vida social mediante la obra de libres asociaciones y federaciones de productores y de consumidores, hechas y modificadas a tenor de la voluntad de los componentes, guiados por la ciencia y la experiencia y libres de toda imposición que no derive de las necesidades naturales, a las cuales, vencido el hombre por el sentimiento de la misma necesidad inevitable, voluntariamente se somete.

4º. Garantizados los medios de vida, de desarrollo y de bienestar a los niños y a todos los que no estén en estado de proveer a sus necesidades.

5º. Guerra a las religiones y a todas las mentiras, aunque se oculten bajo el manto de la ciencia. Instrucción científica para todos hasta en su más elevado grado.

6º. Guerra al patriotismo. Abolición de las fronteras, fraternización de todos los pueblos.

7º. Reconstitución de la familia, de modo que resulte de la práctica del amor libre de todo vínculo legal de toda opresión económica o física, de todo prejuicio religioso.

Lo público y la autogestión: defensa y avance

Lo público y la autogestión: defensa y avance

Reflexionando sobre lo público y lo estatal somos conscientes de la visión que se ha dado de los servicios públicos desde algunos sectores del movimiento libertario y de la izquierda radical, únicamente como actividades controladas por el Estado y ajenas al interés social de los trabajadores. Por eso queremos compartir nuestra postura al respecto y crear puentes en torno a ella, para sentar las bases de un trabajo o perspectiva común revolucionario.

Lo público
En la actualidad, vivimos el desarrollo de un proyecto capitalista que comenzó en los 80 (en EE UU y Gran Bretaña), se introdujo en España y el resto de la UE tímidamente a principios de los 90 y está destinado a convertir unos sectores vitales de la sociedad española, los servicios públicos que hoy gestiona el Estado y en donde antes apenas podían meter mano, en un nuevo mercado del que seguir sacando beneficios y haciendo rapiña.
El coste de esta tendencia privatizadora de lo público se está reflejando en una degradación continua de las condiciones de vida de los trabajadores, que tiene su reflejo en la mercantilización del bienestar social:
Sectores cedidos a empresas privadas, como los servicios públicos de limpieza, son algo visible y desde hace unos años es palpable el empeoramiento de recogida de basuras y reciclaje en nuestras calles. En el transporte público subidas de precios abusivas, despidos, pérdida de calidad del servicio y merma en la seguridad… Aumento del gasto en la sanidad, con pacientes derivados a la privada teniendo todo lo necesario en la pública, reducción de la inversión, despidos… La educación con financiación en enseñanza media a privados concertados por encima de los públicos, ideología franquista con la LOMCE (jerarquización de los directores, religión…), subida de tasas en las matriculas en universidades y Formación Profesional… El servicio de abastecimiento y saneamiento, el agua, el bien social más básico presto a su encarecimiento. Y es que en general ya no hay disimulo a la hora de recortar presupuestos para los servicios públicos; mientras tanto se conceden conciertos y prebendas a las privadas, un trasvase del sustento de los servicios públicos a lo privado en toda regla.

Hay que recalcar que los servicios públicos no son sólo actividades controladas por el Estado y mucho menos ajenas al interés de los trabajadores. Entendemos lo público como aquello que tiene cualidades para no ser una mercancía o que su gestión no esté basada en criterios de mercado. Se consideran por tanto un bien social que debe tener un carácter universal. Además, estos servicios serían igualmente necesarios en un escenario posrevolucionario (con los cambios evidentes de gestión, en manos nuestras, los trabajadores).

Defendiendo la necesidad pública de estos servicios hay que plantearse:
1.- ¿Qué entendemos por ello?
Un derecho público es lo opuesto a un privilegio, y si por algo se caracteriza el capitalismo es por la concentración de privilegios en las manos de la clase propietaria. Así pues, cuando el pueblo avanza y consigue garantizar el derecho al acceso de un servicio para todos, estamos frente a una esfera de la vida que rompe con la lógica de mercado del capital.
También hay que apuntar que el reconocimiento de un derecho por parte de una ley no significa la inmediata materialización de este, sino que bien puede quedar como algo simbólico. Por eso lo único que tenemos seguro para que ese derecho se haga efectivo es la fuerza y la capacidad para imponerlo mediante la organización y la lucha. Así pues, es la confianza en las capacidades del pueblo de organizar su propia vida la que hace cumplir ese derecho público. Por ello, supone la lucha frente al Capital por una necesidad básica.
2.- Ante el hecho privatizador de los capitalistas mediante el Estado ¿Qué proponemos los anarquistas como alternativa de lucha? ¿Podemos contentarnos con la mera defensa nostálgica de los “buenos días” del estado de bienestar o queremos más que eso?
La clave para responder a estas cuestiones pasa por pensar el concepto de autogestión y aclarar sus posibilidades como práctica.

La autogestión
Es la gestión cooperativa de una comunidad, en la que participan todos sus integrantes de forma libre e igualitaria y con independencia de factores externos. Promueve la participación en una actividad de los implicados en ella, sin delegar en otras personas y sin relaciones de autoridad entre los participantes.

En este sentido es importante poner como base una tensión estratégica de la autogestión con cualquier forma de capitalismo. También hay que poner el acento en la participación y funcionamiento de los que se dotan los miembros que se organizan en estos proyectos y procesos: la democracia directa. Aunque es evidente que en el proceso de lucha y como táctica podamos ampliar la participación y control obrero o practicar ciertas formas de autogestión en empresas recuperadas, como en la Argentina posterior a la crisis del 2001-2002, esta situación a largo plazo es insostenible por sí misma. Por tanto, para dar el paso de la autogestión a la socialización, que es la eliminación de las relaciones capitalistas de mercado y control estatal, se precisa tener un proyecto político-social de carácter global, lo que implica necesariamente pensar un proceso de revolución social.

Creemos que hay que aclarar ciertos términos que se confunden erróneamente con ciertas prácticas de economía “alternativa” dentro de la sociedad capitalista. Siendo precisos, el término es usado, indistintamente, como sinónimo de producción artesanal, microempresa o cooperativa, y autofinanciación.
Hablar de autogestión es indisociable al ataque de las bases mismas del sistema: en sus relaciones de propiedad y en las relaciones jerárquicas que se desprenden de la organización de la sociedad de clases. Para nosotros la autogestión no puede bastarnos con ser un submodelo coexistente con la producción capitalista y que, directa o indirectamente, participe de sus leyes. Por tanto, la autogestión sólo cobra pleno sentido en función del proceso revolucionario, de reapropiación del conjunto del Capital social sobre nuevas bases socialistas y libertarias. Entendido esto, creemos que no se trata de cómo fundamos nuevos servicios públicos, sino de cómo aspiramos en la lucha a la reorganización de los mismos, es decir, a la capacidad de decidir los trabajadores y usuarios sobre qué y cómo se hacen las cosas, bajo un proyecto de expropiación social.
Nuestro concepto de autogestión, que recoge el sentido original que le daban los sindicalistas revolucionarios y los clásicos del anarquismo, capacita para pensar en una sociedad moderna, compleja y sofisticada; que emana del conflicto de clases ocasionado por la sociedad industrial respecto al control de la producción. Este modelo, que se expresó rudimentariamente en las colectividades urbanas y rurales de la España del 36 o en los consejos obreros o soviets rusos del 17, no es una vuelta atrás, sino una superación revolucionaria de la sociedad capitalista y del estatismo.
Así pues, la socialización implica una cuestión de fines, un asunto estratégico y la autogestión una cuestión táctica, un asunto de medios. Que los mismos trabajadores se hagan cargo de sus asuntos implica la construcción de una experiencia organizativa que configura, aunque sólo de forma inicial, las bases de la nueva sociedad a la cual aspiramos.
Es necesario, por tanto, que los movimientos sociales piensen en la autogestión de la propiedad que hoy posee el empresariado y el Estado; es necesario comprender que mientras exista la propiedad privada, no podemos competir con ella, pues tenemos los recursos, los medios y la infraestructura, es decir, el Capital, en nuestra contra. Eso mismo ocurre hoy con las industrias autogestionadas en Argentina, experiencias valiosas y que nos llenan de entusiasmo revolucionario, pero que no van a pasar a mayores si, en lugar de la apropiación sólo de las empresas quebradas no comenzamos a pensar en la expropiación de las empresas “saludables”, transformando la autogestión en un verdadero ariete de guerra en contra del capitalismo, más allá que en una simple alternativa de supervivencia, y hacia la socialización de los medios de producción.

Defensa y avance
Cuando hablamos de destruir las instituciones existentes normalmente nos referimos a las que ejercen una función parasitaria y represiva (policía, ejército, cárceles, magistraturas…), pero no se nos pasa por alto que otras instituciones, las que supuestamente sirven para asegurar la vida de la humanidad, no pueden ser destruidas eficazmente si no se las sustituye con una cosa mejor.
El intercambio y distribución de productos, las comunicaciones y todos los servicios públicos ejercidos por el Estado o por particulares, han sido organizados de modo que sirven intereses reales de la población. No podemos desorganizarlos (y tampoco nos lo permitiría la población interesada), sino reorganizándolos de modo mejor. Eso no se puede hacer en un día, ni en la actualidad tenemos la capacidad necesaria para hacerlo. Tenemos claro que la vida social no admite interrupciones, y todos queremos vivir el día de la revolución, pero también el día siguiente y los sucesivos.
Es, por tanto, menester para el desarrollo de un proyecto revolucionario, que los medios sean coherentes con los fines, y en nuestro caso que la autogestión, como norte revolucionario, sea a su vez un método aplicado de forma correcta en relación a los servicios públicos.
Las privatizaciones, uno de los pilares de la sinvergonzonería neoliberal, es el supuesto de que el Mercado es el mejor distribuidor de recursos y que no hay mecanismo más eficiente para que los servicios y la producción funcionen mejor que mediante la propiedad privada. Las consecuencias de las privatizaciones (que, paradójicamente, representan una auténtica política de Estado) las sufrimos en carne propia el pueblo, con servicios que se encarecen y ven afectada drásticamente su calidad.
Pero ¿es posible oponerse a las privatizaciones sin oponer una salida revolucionaria y libertaria?
La socialdemocracia y el resto de partidos marxistas (IU, PCE, IA…), estatistas por naturaleza, cree y defiende como proyecto que los servicios y la propiedad sea gestionada por el Estado, a fin de cuentas, esperan que pronto llegue su turno de estar a la cabeza del Estado para con sus burócratas dirigirlo teóricamente en beneficio del pueblo. Por lo demás, tienen una perfecta coherencia entre sus medios y sus fines, entre su táctica y su estrategia; pero nosotros estamos en otra.
En cambio, los libertarios nos vemos en una disyuntiva de profunda trascendencia, pensar qué relación establecer entre propiedad y gestión. Para resolver esta cuestión es necesario tener una visión realista de cómo será en términos prácticos, y no valen las consignas, la cuestión de la propiedad y la administración de los servicios en la sociedad revolucionaria: ¿La propiedad sería colectiva y los trabajadores y usuarios se encargarían de gestionar en función de la necesidad de la colectividad? Seguramente llegado el caso las posibilidades serán más numerosas, pero urge tratarlas para poder trazar el camino a seguir hasta nuestro proyecto finalista.
Y es ahí donde tenemos la clave para comenzar a pensar alternativas que solucionen esta problemática. Por eso pensamos en la autogestión con un sentido muy preciso: que la gestión de los servicios públicos no recaiga en manos ni de los burócratas ni de los tecnócratas estatales o privados, sino en los propios implicados en estos servicios. De esta manera damos el paso de la negación (no a las privatizaciones) a la afirmación (gestión popular de los servicios). Esto plantea en términos reales nuestra lucha en contra de los privados (que compran nuestros servicios) y en contra del Estado (que los vende). Así, nuestra lucha contra las privatizaciones se transforma en una lucha en contra del Estado y del Capital, entregando al propio pueblo la capacidad de decidir sobre los asuntos que nos afectan más directamente.
¿Y qué ocurre con los recursos necesarios para garantizar el óptimo financiamiento de los servicios públicos? Estos deben ser exigidos de las arcas estatales, al ser éste el espacio en el cual se concentra el capital producido socialmente y acumulado (mediante la recaudación de impuestos, por ejemplo), un hecho que no podemos ni debemos obviar. En este sentido, no se trata de “legitimar” al Estado, sino de reapropiarnos socialmente de los recursos que las clases dominantes nos enajenan y que el Estado concentra, para poder utilizarlos según la libre determinación popular.

Así que volviendo a la escena de la calle, hemos presenciado cómo al calor del 15-M y ante la agudización privatizadora de gobiernos y capitalistas, ha repuntado temporalmente una conflictividad social que hacía tiempo no se recordaba, con las Mareas de los distintos sectores públicos y la confluencia tibia con sindicatos combativos. Junto a esto, es importante tener claro que nuestra alternativa implica que seamos capaces de proyectarnos mucho más allá de los servicios públicos, y que podamos trabajar una respuesta revolucionaria del conjunto de toda la sociedad, que vincule los distintos sectores económicos y sociales, y que conecte las luchas del presente con las conquistas del mañana.

Para concluir, diremos que la postura que entendemos coherente con una perspectiva de emancipación social y revolucionaria pasa por la oposición frontal a todos los procesos privatizadores que están llevándose a cabo, por cuanto contribuyen a la degradación de nuestras condiciones de vida. En esta línea creemos que nuestra primera tarea es defender los servicios públicos con un objetivo claro de capacitarnos, trabajadores y usuarios, para posibilitar que podamos tomar su control y su gestión.

Valoramos, como base a desarrollar por los luchadores sociales de hoy en día y para que los trabajadores podamos gestionar algún día los servicios públicos, o para que no nos alejemos más de este objetivo:
1.- Defender unos servicios públicos, universales, gratuitos y de calidad, impidiendo que pasen a ser gestionados por manos privadas, lo que conlleva su mercantilización y elitismo.
2.- Fortalecer la movilización y organización social en torno a los servicios públicos para aumentar la fuerza de sus sindicatos y asociaciones de usuarios, apoyando también un avance organizativo en el resto de sectores económicos y sociales del país.
3.- Capacitarnos trabajadores y usuarios de cara a presionar al Estado para mejorarlos y para profundizar en nuestro control y orientación de la gestión en lo posible, práctica que posibilitará su socialización, es decir, su autogestión por la comunidad y los trabajadores en el futuro.

¡Por unos servicios públicos autogestionados!
¡Porque la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos!
¡Arriba los que luchan!


Grupo Anarquista Albatros (FAI)